Esa “cosa (tan) nostra”

Las calabresas, las sicilianas, las napolitanas, hace tiempo perdieron su puesto en el ranking de las mafias de altura y han visto cómo les gana puntos la mafia valenciana, que sigue, día sí y día también, en los titulares de la prensa con nuevos fraudes, chanchullos, pelotazos, mangoneos, malversaciones, prevaricaciones, estafas, sobrecostes, o como quieran llamar a toda la serie de “incidencias” en la gestión de la administración valenciana del Partido Popular en sus años de gobierno.

No pasa semana sin que sigan saliendo casos de irregularidades que, yo no sé a ustedes, pero a mí ya ni me inmutan, lo que resulta muy peligroso, por el riesgo de volver a tropezar con la misma piedra. Debe ser que los valencianos estamos tan curados de espanto, tan acostumbrados a pasar por estas vicisitudes, que es imposible ya que nos sintamos angustiados por ello. En estos días hemos conocido el caso del fraude en el edificio de Tabacalera, el de la Formula I, el del Consuelo Císcar y el IVAM, con sobreprecios de hasta un 1.500%, o el de Acuamed, en el que también hay algún valenciano (como no) en la trama.

Muchas y muchos hemos hecho el seguimiento y denuncia de ciertas cuestiones que, como en la “Crónica de una muerte anunciada” de García Márquez, luego aparecen en la prensa y los tribunales, dándonos así la razón a los que anteriormente se nos había acusado de exagerados, de demagogos, e incluso de radicales…

Es el caso de los tan denostados barracones y los sobrecostes de CIEGSA, que año tras año, desde los primeros albores de esta empresa creada por la Generalitat Valenciana, muchas personas relacionadas de una u otra manera con Educación, hemos venido pidiendo explicaciones sobre esas obras que no llegaban, o de esas construcciones o remodelaciones que costaban el doble de lo presupuestado, así como de ese dinero dilapidado gratuitamente en la colocación de los barracones, eufemísticamente nombrados por los responsables de la Conselleria como aulas prefabricadas, que pasaron de ser instalaciones provisionales a perpetuarse en el tiempo, habiendo pasado ya varias promociones de escolares por ellos.

Años y años exigiendo que se nos aclarara dónde estaban esos centros que desde la Conselleria de Educación se empeñaban en anunciar a bombo y platillo, con campañas como los “Crea Escola”, o aquella de “365 días, 365 centros”, o aquellos súper carteles, plantados justo unos días antes de unas elecciones municipales, indicando que “Ací el teu nou institut” o “Ací la teua nova escola”. Todavía recuerdo a Font de Mora, en una de sus últimas intervenciones como Conseller, otorgándose el título de Alejandro I el Inaugurador. Sin embargo, muchos de esos institutos y escuelas que tienen el flamante cartel desde aquel día, siguen padeciendo la realidad del barracón y la precariedad, en condiciones intolerables.

Ahora se ha destapado el pastel y ha salido a la luz pública la trama de empresas que manipularon las licitaciones para repartirse las adjudicaciones, con sobrecostes superiores a 1.130 millones de euros en proyectos que ni siquiera se han llegado a realizar…

No sé si quedan muchos trapos sucios que sacar de los cajones de las diferentes administraciones valencianas, pero lo que sí que sé, es que gracias a esta mafia “nostra” vamos a estar muchos años tapando agujeros negros que impedirán poder hacer cualquier otra política de inversión que sea cercana a las personas, que al fin y al cabo somos las que contribuimos, pues “Hacienda somos todas”… O casi todas.