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Por María José Navarro
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¡Que se acabe ya!

    La ciudadanía común está cansada ya, justo en el ecuador de la campaña electoral, de soportar mensajes y anuncios cutres y las más de las veces vacíos de contenido, y de escuchar a algunos políticos diciendo alguna que otra sandez o dando algún espectáculo bochornoso. Esto por no hablar de las encuestas de intención de voto, que cada 15 minutos nos marean con sus bailes de cifras.

    Los candidatos y candidatas recorren ciudades, pueblos, barrios, mercados, en un intento de llegar a esos votantes que les posibiliten tener ese puesto anhelado en su municipio, y claro, tienen palabras amables hacia las vecinas y vecinos e intentan ser cercanos y escuchar las reivindicaciones que les hacen llegar. Aunque a algunas esto se les está poniendo en su contra y tienen que oírse las voces de esa ciudadanía indignada y harta de tanto fraude, corrupto y mangante que anda por ahí disfrazado de político.

    Esto es lo que le pasó el otro día a Rita Barberá en el Cabanyal y me imagino que esta es la razón por la que pasó por Benimámet jugando al despiste, pues se cambio varias veces el día y la hora de tan inigualable visita, y desde luego, sin invitar a nadie más que a sus acólitos, para estar rodeada de su “claca” que le ríe las gracias y que la arropa y protege de cualquier reproche de la ciudadanía. Reproches fundados en el abandono hacia cualquier cosa que no sea el boato al que nos tienen acostumbrados, lo que se evidencia dándose un paseo por cualquier barrio o pedanía alejado del centro neurálgico de Valencia. Y de esto, en Benimámet, sabemos mucho…

    Pero también se me hace un nudo en el estómago pensando en el dinero gastado en las campañas electorales, cuando hay personas que mueren en la calle (como los dos hombres que murieron el otro día en las calles de Valencia) por la aplicación de estas políticas restrictivas, que los del PP llaman de ajuste económico y yo llamaría de desfachatez suma, y que han llevado a miles de familias a vivir en la más absoluta pobreza.

    O cuando, cada día que pasa, nos desayunamos con una nueva muerta a causa de esa violencia atroz, llamada de género, que no es más que un vil asesinato perpetrado sin que se consiga mover el aparato judicial más allá de las medidas de alejamiento, que en la mayoría de los casos acaban sin cumplirse y, que con un poco de suerte, van a tener una pequeña mención en algún discurso de algún político sensible al tema. Desde que comencé a escribir este artículo al día de hoy, la cifra ha pasado de once a trece las mujeres muertas en lo que llevamos de año. Cifra tan terrible, como invisible para algunos.

    Solo quedan cuatro días más de campaña que resistiremos estoicamente, con la esperanza de que algo, finalmente, cambie en nuestro territorio.

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    comentarios 2 comentarios
    Marietika
    Marietika
    31/05/2015 06:05
    Vamos con los oos vendados

    El problema no creo que esté en los/as políticos/as, creo que el problema reside entre la ciudadanía que nos dejamos embaucar por un acercamiento y unas palabras de aliento en momentos electorales. Si somos críticos, debemos pensar en los cuatro años (menos los 15 días de campaña electoral) restantes, ¿cuántas veces los hemos visto? ¿Cuántas veces se han acercado a las minorías y les han tendido la mano? ¿Se nos olvidan cuatro años de penuria y escasez de servicios sociales mientras siguen derrochando en fiestas, banquetes y boatos? Nos utilizan para su conveniencia. Y nosotros, los ciudadanos y ciudadanas nos dejamos. No, la culpa no es de los políticos. Es de la ciudadanía que no sé por qué arte de magia, seguimos con los ojos cerrados.

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