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Por María José Navarro
Picos Pardos - RSS

¿Qué esta pasando?

    Que en nuestro país estamos en pleno retroceso en cuanto a derechos sociales es una evidencia que nadie puede negar, pero si lo miramos desde el punto de vista del género la cuestión es mucho más preocupante y nos deja la sensación de que estamos cada vez más lejos de esa igualdad que hasta hace unos pocos años parecía (solo parecía) que teníamos posibilidades de alcanzar.

    Y es que, a estas alturas del siglo XXI, las mujeres tenemos que enfrentarnos a situaciones como la que se dio la pasada semana en el campo del Betis, y tenemos que escuchar a un puñado de descerebrados, cánticos machistas y degradantes hacia una mujer. Una mujer, que había sido agredida por su novio futbolista y que estos hinchas (me quedaré en esto, porque si doy rienda suelta al vocabulario, pondré demasiados exabruptos que me pondrían a su altura) aplaudían, vitoreaban y ensalzaban por su hombría.

    Que haya algunos “animales” irracionales sueltos por nuestras calles de los que tengamos que soportar sus miradas lascivas y comentarios machistas o que en un campo de fútbol se concentren otros cuantos que piensan que las mujeres somos de su propiedad y por lo tanto se puedan permitir el lujo del insulto, el atropello y la agresión no sería tan preocupante, pues se podría pensar que son solo unos pocos desgraciados que no han podido evolucionar como el resto de los mortales y que se han quedado en los tiempos de las cavernas...

    Pero desgraciadamente parece que no son una minoría, pues el otro día se publicó un informe demoledor: Uno de cada tres jóvenes de entre 12 y 24 años justifica la violencia machista, pues “algo habrá hecho para merecérselo” y que es adecuado que un hombre salga con varias mujeres pero no al contrario; un 33% consideran que un hombre agresivo es más atractivo y que los hombres no lloran. Desde luego estas respuestas indican que algo está fallando respecto a la equidad y el equilibrio en las relaciones entre hombres y mujeres.

    Si a esto añadimos que los que nos gobiernan también piensan que deben decidir por nosotras y promulgan leyes como la recientemente aprobada Ley del aborto, o los consejos del Ministerio del Interior para evitar violaciones, o que la brecha salarial es cada vez mayor (en la Comunidad Valenciana se sitúa en un 26’5%, lo que obligaría a las mujeres a trabajar un mes y 20 días más que un hombre para alcanzar el mismo sueldo), sin olvidarnos de esos políticos machistas que pululan por doquier y que se permiten vomitar comentarios del estilo de la chica del ascensor de la que hay que protegerse, o el de los “morritos” de la ministra… podemos ver claramente que nuestra ansiada igualdad está cada vez más lejos de hacerse realidad.

    Desde luego, en estos momentos todas las mujeres debemos concienciarnos de esas desigualdades y el repunte de esos pensamientos y actitudes machistas, y hemos de exigir que se pongan en marcha todos los mecanismos para evitar tanto las desigualdades de género como la violencia machista.

    Aprovechemos el día 8 de marzo para salir a la calle y unir nuestra voz a la de otras muchas. Solo juntas conseguiremos avanzar en igualdad.

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    comentario 1 comentario
    Marietika
    Marietika
    06/03/2015 12:03
    Feliz 8 de marzo

    Cuanta razón tienes y qué acertado está este artículo. Pero me preocupa la causa del machismo, qué lo origina y cuál es su origen. Si nosotras tenemos la mayor parte de responsabilidad para con nuestros hijos, por qué les damos educación diferente a la que damos a nuestras hijas? Pienso que somos nosotras quienes hacemos a nuestros hijos así. Las mujeres repetimos patrones sociales que nos han legado nuestros ancestros, y debemos romper con eso. Más que alzar las voces (que también), yo propondría asumir la responsabilidad que tenemos de una coeducación para nuestros hijos e hijas, educarlos a ambos con los mismos privilegios y responsabilidades. Considero que es la única fórmula para acabar con el machismo y la infravaloración de la mujer en el ámbito social, profesional y familiar.

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