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Por Vicent Aparici
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Una política sostenible de aguas

    Cuando, como ha estado ocurriendo estos días pasados, un periodo de lluvias hace incrementar los caudales de nuestros ríos en las zonas más húmedas, nuestros pantanos elevan sus reservas ( último dato disponible media del 64.2% de reservas en España), se producen inundaciones en esas zonas y el agua llega con profusión a las desembocaduras tiempo después ( ejemplo el rio Ebro todavía lleva un caudal de 900m3/seg), es muy normal que la España seca ( por ejemplo la zona del Júcar tiene sus embalses solo al 40%) mire hacia ello con cierto estupor y aparezcan noticias como la que cito textualmente “ El rio Ebro ya ha desembalsado al mar el 70% de un trasvase”.

    Cierto es también que ello sucede por dos razones fundamentales. Por un lado, por unas condiciones meteorológicas extraordinarias y por otro porque no tenemos aún las infraestructuras necesarias para retener parte de esas aguas ya sea en la misma cuenca o en cuencas vecinas.

    Parece pues bastante lógico que, se busque la solución más adecuada para que los excedentes de agua después de cubiertas las necesidades y el caudal ecológico que el propio plan de Cuenca fija para un rio, pudiera ser utilizado para mejorar las necesidades de una cuenca vecina más seca.

    Necesidades es la palabra clave. Entendemos por ello aquello que determina el plan de una cuenca una vez aprobado. El compromiso del gobierno anterior con Europa era tenerlos hechos para el 2008. La realidad, ni uno solo de ellos lo estuvo. Por tanto se trabajaba sin un elemento esencial para la planificación hidrológica.

    El resultado final fue el ya conocido. Trasvases parados después de obras iniciadas y plantas desaladoras en distintas fases, en el caso de nuestra provincia prácticamente finalizadas con una inversión de alrededor de 50 millones de euros por planta, provenientes de fondos europeos que habría que devolver en caso de no arrancarlas. Ello aderezado con convenios firmados por ayuntamientos cuyos costes son inasumibles por los mismos. En otros casos plantas sin iniciar o paradas.

    Una madeja que tratamos de desenredar desde el gobierno de España. Fijar el termino de necesidad o demanda, teniendo en cuenta cada uno de los componentes que aquí he citado para que la solución final sea la de cubrir las necesidades de la forma más sostenible posible y sin crear a las administraciones costes económicos inasumibles.

    Por ello vemos ineludible atacar la cuestión desde el punto de vista de la sostenibilidad. Fijar la demanda en función de un eficiente uso del agua y del aprovechamiento de nuestros recursos de cuenca. Es así imprescindible, igual que ha hecho la cuenca del Ebro, finalizar todos los planes de cuenca, en nuestro caso el de la cuenca del Júcar.

    Hemos de poner en común todos los recursos internos. Temas como ahorro de consumos, reaprovechamiento de aguas depuradas, con importantes objetivos en ámbito nacional (unos 600 Hm3), desalación y trasvases internos de cuenca han de fijar nuestro balance de recursos de agua para después establecer los déficits finales y las aportaciones externas a la cuenca (trasvases) que los cubran. Parece el camino más sensato.

    Estamos en ello.

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