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Por Jesús Montesinos
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Crecimiento o recortes

    Poco a poco va quedando claro que el debate es solo uno. Crecimiento con déficit o recortes para pagar la deuda. Hay posiciones encontradas en el seno de los gobiernos mundiales, en Madrid y por supuesto en el Consell de la Generalitat o en los grandes ayuntamientos. Los hay partidarios de meter la tijera y quedarse quietos hasta aliviar la deuda. Y los hay que estiman que si no se dedica dinero a la inversión no habrá crecimiento y seguiremos estancados. Hay una tercera vía que consiste en volver a los mercados a pedir financiación. Otra cosa es que esos créditos se consigan.

    El debate aparece en toda su crudeza en el G-20 y en las reuniones de los ministros europeos de finanzas a las que suele acudir un enviado de Obama. Los norteamericanos probaron la receta Keynes tras la Gran Recesión y quieren repetir la apuesta. Europa es más conservadora (o está más agobiada) y primero quiere limpiar los números rojos. Pero lo cierto es que estamos metidos en una perversa espiral de la que no salimos, con la seguridad de que sin crecimiento seguirá creciendo el paro, caerá el consumo y la economía está quedando paralizada.

    El ejemplo más claro es el de una familia. Ingresa 2.000 € al mes y la mujer está en el paro. Con ese dinero tiene que pagar la hipoteca, la comida, las clases de inglés del hijo mayor, los gastos del coche y algún extraordinario. Total 2.500 € después de apretarse mucho el cinturón. El déficit les come las entrañas y andan con una continua pelota con el banco para que no ser intervenidos. La solución es montar una tienda en un bajo comercial que heredaron de la madre de ella. Tendría trabajo la mujer y la hija. Y seguro que saldrían adelante. Pero no pueden asumir esa inversión. ¿Qué hacen? ¿Continúan la lenta agonía hasta que el banco se quede la casa y la familia quede destrozada? Pues trasladen ese ejemplo a las finanzas mundiales, a la Generalitat o cualquier empresa del polígono de al lado.

    Juan Cámara, videpresidente de Cierval para infraestructuras, tiene claro que la alternativa son las inversiones en obra pública. Es la única fórmula segura para crecer y generar empleo a corto plazo. Ramón Congost, director general de AIDICO, también reclama créditos para la obra privada. ¿Pero quién aporta el dinero para las inversiones o la construcción? Los consellers Vela y Verdeguer han explicado claramente esta semana en las Cortes que los recortes van a ser muchos e importantes. Si no se recortan los gastos no hay posibilidades de hacer frente a los 20.000 millones de deuda, como dice el responsable de Hacienda, que aporta le necesidad de emitir bonos avalados por el Reino de España.

    Y Verdeguer habla de algo muy importante. Eficacia en el gasto. Hay pues un primer paso: La familia consigue reducir sus gastos mensuales a 1.900 €, con hipoteca incluida. Quedan entonces 100 € para montar la tienda y dar trabajo productivo a la mujer y una hija. Y quizá en un par de años aliviar la deuda familiar. Pero para eso hay que asumir esa eficacia en el gasto, cenar en casa los sábados por la noche y trabajar más y mejor. Lo malo es que eso que nuestra familia lo tiene claro no es asumido por la burocracia autonómica (y también la municipal). Y si no hay esa eficacia en el gasto (en todo el gasto, incluidos los sociales) malamente habrá dinero para las inversiones necesarias para crecer y crear empleo. Al final resulta que todo es una cuestión de prioridades y valores.

     

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