Egipto,… Siria
La crisis política de Egipto es una triste exposición de violencia en el que la mitad del país aplaude, secunda y apoya lo que la otra mitad rechaza. En Egipto se ha dado un golpe militar aunque así no se llame en la versión oficial de las naciones occidentales, por conveniencia y por no prejuzgar los hechos ni tipificarlos con parámetros ajenos. Egipto, el gran aliado de Occidente en aquella zona tan delicada y comprometida, se está revisando a sí mismo a sangre y fuego.
Mubarak fue un dirigente cómodo para los que, desde la OTAN o la UE, se relacionaban con Egipto. Su deposición, encarcelamiento y uso injustificado de la violencia, repugnó a los observadores. Y después Mursi, el nuevo presidente, con su perfil moderado no auguraba especiales problemas, ni tampoco su pertenencia al partido de los Hermanos Musulmanes. No es fácil saber las razones para la ocupación de las calles un año después. Lo cierto es que en la calle, la misma que había creado un nuevo orden hacía poco, se decidió que el flamante presidente ya no les servía. Pareció movilizarse para protestar casi todo el mundo y el ejército egipcio, sólo un año después, tomó el poder y encarceló a Mursi instaurando una nueva presidencia y un nuevo gobierno.
Llenar las plazas, protestar, plantar miles de tiendas de campaña, atestar de pancartas y mítines los espacios públicos y mostrar disgustos y deseos de estado no es un ejercicio de decisión democrática. Nadie, ninguna institución que lo sea, debe dejarse llevar por las voces y los muchos que gritan, aunque griten mucho.
Alguien dijo que los movimientos de rebeldía -en busca de modernización y quizá democracia- de algunos países del oriente próximo y medio eran la primavera árabe. Demasiado triste y costoso para darlo por bueno a la vista de lo ocurrido en Túnez y Libia y se empieza a entrever en Siria. No, no había que dejar las cosas como estaban pero tampoco había que traerlas a como están. Mantener la dignidad y la vida debe ser siempre el reto aunque a veces parezca imposible de alcanzar.
