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Por Paco Ventura
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Una función humanitaria

    El miércoles día 28 de Mayo, como de costumbre, sobre las 10,45 salí del Juzgado de Paz para almorzar y mantener unos minutos de charla con los amigos ya jubilados que acuden al Kiosko a esas horas. En esta ocasión vi a Mario que se encontraba en la parte trasera del Kiosko dispuesto a tomarse un café, fuera de lo que es la carpa en donde habitualmente nos sentamos el grupo de amigos. Nos saludamos y me acerqué preguntándole si podía sentarme en aquella mesa. La respuesta, como es habitual en Mario, no se hizo esperar.

    Me senté con él y pedí el almuerzo, y sin apenas haber iniciado la conversación, escuché que por la emisora que llevan los Policías Locales, algo se le estaba diciendo. Se levantó y me comentó que iba a realizar un servicio que le había sido solicitado, al parecer por un tema de tráfico en la calle de la Purísima. Nos despedimos y Mario marchó a cumplir con aquello que le había sido encomendado.

    Al marcharse Mario vino Yolanda y se sentó conmigo. Mantuvimos una agradable conversación hasta que de pronto la gente que se encontraba en el interior de la carpa empezó a levantarse y a pedir ayuda.

    Nos levantamos y vimos a Juanjo sentado en una silla, pero inconsciente y con el rostro totalmente desencajado. Sus compañeros de mesa, Pepe García y Jose De la Torre, trataban de mantenerle para que no cayese al suelo, y cuando se dieron cuenta de la gravedad, llamaron al 112 pidiendo una ambulancia. Es cierto que los minutos nos parecían horas por lo que volvimos a insistir ante el 112.

    En esta situación observamos de repente la silueta de un Policía Local que se acercaba hacia el Kiosko procedente de la calle "l'Aigua". ¡Era Mario! Todos le gritábamos para que acudiera con rapidez pensando que él podría resolver aquella situación que por momentos se iba agravando. La fe de todos los que estábamos allí se introdujo en el corazón de Mario, quien sin dudarlo ni un momento, solicitó la ayuda de los allí presentes y extendió el cuerpo de Juanjo en el suelo, y arrodillándose junto a aquel cuerpo casi sin vida, inició la reanimación. Al menos en tres ocasiones se produjeron paradas cardiacas.

    Mario, sin dejar de practicar la reanimación, daba instrucciones de forma continua, instrucciones que eran recogidas por Jose de la Torre, para de inmediato, como si de un consumado profesional se tratase, hacerlas llegar a quienes Mario le iba indicando.

    En aquel momento se acercó una persona de paisano que se puso al lado de Mario prestándole la ayuda necesaria para que a Mario no le flaquearan las fuerzas. Me di cuenta que aquella persona y Mario se conocían.

    Por fin llegó la primera de las ambulancias. Los sanitarios procedieron de inmediato a realizar las operaciones que son necesarias para un caso como el que allí se encontraron, y tanto Mario como la persona que le había ayudado, se levantaron del suelo y quedaron al lado de los sanitarios para ayudarles en lo necesario.

    Volvieron a producirse varias paradas cardiacas. Todos estábamos convencidos que aquello era muy grave. A mí me toco mantener la bolsa de suero que a Juanjo se le había inyectado, otros ayudaron a poner su cuerpo en la camilla, y algunos más se ocuparon de mantener el orden, consiguiendo así que la gente que se acercaba a curiosear, quedase lo suficientemente alejada de aquellos que se estaban esforzando en mantener a Juanjo con vida.

    Los policías que llegaron con su vehículo acompañando a la SAMU, no tuvieron ningún problema en mantener el orden, pues no tuvieron que intervenir en las tareas de reanimación del enfermo, ya que fue el personal sanitario que venía en dicha ambulancia, el que, desde ese momento, se hizo cargo del mismo.

    Vicen, la esposa de Juanjo, había llegado en esos momentos y fue una de las doctoras de la SAMU la que, dirigiéndose a la misma, le dijo con toda claridad, señalando a Mario, que gracias a él, Juanjo llegaría con vida al Hospital General, aunque no le garantizó lo que podía pasar a posteriori.

    También hay que agradecer la decisión de Enrique Safont, quien viendo que Vicen se iba sola con su vehículo al Hospital General de Castellón, no dudó en coger el vehículo, sentando a Vicen en el lugar del copiloto.

    A los dos días pude comprobar que las versiones que se recogían en algunos medios de comunicación, podían llevar a confusión, pues aunque es cierto que al lugar de los hechos acudieron compañeros de Mario, no es menos cierto que éstos llegaron con el vehículo policial que acompañó a la SAMU hasta el Kiosko, y esto se produjo cuando ya la primera de las ambulancias se encontraba en el lugar de los hechos.

    Las personas que estuvieron ayudando a Mario hasta que llegó la primera de las ambulancias, fueron, además de los propios amigos de Juanjo, una chica que estuvo siempre a su lado, y Pedro Molina, Policía Local de Almazora que, a mayor inri, es vecino de Mario.

    Quiero dejar claros estos detalles, por cuanto estas tres personas que he mencionado, fueron las que llevaron todo el peso de la reanimación que se le practicó a Juanjo hasta la llegada de los sanitarios y por ello, justo es reconocerlo.

    Por otra parte he podido leer igualmente, que el informe que se pueda mandar desde el Ayuntamiento, no determinará que por la Generalitat se conceda o no el distintivo que Mario pueda merecer, y aunque no soy un entendido en la materia y no puedo opinar sobre el particular, estimo que esto es lo de menos, pues lo único que a Mario le puede importar, conociéndole como le conozco, es que sus superiores sepan valorar lo que hizo y punto, como así lo hemos valorado todos los que estuvimos próximos a Mario y a Juanjo en aquellos momentos tan difíciles, sin entrar en detalles de si, aun pidiendo el Ayuntamiento algún reconocimiento para Mario, éste pueda ser aceptado o rechazado por la Generalitat, comentarios que, personalmente, considero totalmente gratuitos.

    A todos los que estábamos presentes cuando Mario se arrodilló para reanimar a Juanjo y mantenerlo con vida, nos consta que no lo hizo pensando en que se le pudiera conceder ningún tipo de reconocimiento, sino todo lo contrario, pues lo hizo porque tenía claro que, aplicando sobre aquel cuerpo sus conocimientos en técnicas de reanimación, podría salvarle la vida.

    A pesar de mi ignorancia en temas de reconocimientos, imagino que este hecho si que podrá quedar recogido en la hoja de servicios de Mario ¡Ojo! en la de Mario y en la de cualquier otro Policía Local que hubiese actuado como él lo hizo.

    No obstante, resuelvan lo que resuelvan los superiores de Mario y la Generalitat, de lo que si estoy seguro es que Juanjo, cuando vuelva a reunirse con sus amigos en el Kiosko, que es al fin y al cabo lo que todos deseamos, celebrará junto con Mario y Pedro Molina lo que éstos hicieron por él.

    QUEDE CLARO QUE MI ÚNICA INTENCIÓN, AL ESCRIBIR ESTE ARTÍCULO, ES LA DE SACAR A LA LUZ UN HECHO TOTALMENTE HUMANITARIO.

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    comentarios 2 comentarios
    ESBARGIMENTS
    ESBARGIMENTS
    08/06/2014 11:06
    LO QUE NO SE PUEDE OBVIAR

    Gracias, Miguel por tus palabras. Seguiré haciendo lo que buenamente pueda, además de sacar a la luz actuaciones como la de Mario, más aun si como en esta ocasión me encuentro presente y pueda "dar fe" de lo ocurrido. Nos vemos.

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