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Por Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

La cultura occidental excluyente (I)

    Por momentos tengo la impresión de que la cultura occidental a fuerza de haber evolucionado con mayor rapidez que otras, se ha llegado a convertir en excluyente.

    Los años vividos con visitas constantes a otros países y otras culturas, me permiten ahora mirar al pasado y entender mejor que muchos europeos y norteamericanos, las razones de muchos conflictos en otras áreas del mundo.

    La cultura occidental profesa un respeto reverencial por la DEMOCRACIA, dándole la condición de “indispensable” para el ejercicio fundamental de la convivencia.

    Y esa realidad incontrovertible para nosotros, no tiene la condición de dogma de fe en otras sociedades y culturas, que llevan siglos de atraso respecto a la nuestra aunque sus orígenes puedan ser incluso anteriores a ella.

    En este caso específico quiero referirme a la cultura árabe musulmana y en razón a los acontecimientos vividos en el último cuarto de siglo, en ese mundo tan particular y que he tenido el placer de conocer y disfrutar de lo mejor del mismo desde los años setenta del siglo pasado, hasta principios del siglo XXI.

    Sus sociedades se articularon en un mundo que nada tenía que ver con los sistemas democráticos de las sociedades occidentales.

    Entre ellos podríamos diferenciar perfectamente dos tipos de sociedades, que nada tienen que ver entre ellas.

    Los países de la vertiente occidental del Golfo Arábigo (para los iraníes Golfo Pérsico), nacen como tales a mediados del siglo pasado, tras las desintegración del Imperio Otomano y fruto de la voluntad de los vencedores en la Segunda Guerra Mundial y se constituyen como Reinos (Arabia Saudita) Emiratos (Kuwait, Bahrein, Qatar y Emiratos Árabes Unidos) o Sultanatos (Omán) y al estar todos ellos situados sobre un desierto improductivo en superficie, sólo habían despertado la codicia de las grandes potencias occidentales, por las enormes reservas de petróleo y gas que dormían en su subsuelo e incluso en bolsas submarinas del mencionado Golfo, por lo que les dieron la soberanía política a unas cuantas familias nativas, pero ellos ejercieron siempre de guardianes de esos territorios, que poco a poco se iban desarrollando y convirtiendo lo que era una naturaleza pobre y árida, en el exquisito vergel que se puede contemplar ahora en muchos de sus lugares.

    Y el resto, los países musulmanes mas poblados y menos ricos de Oriente Medio y vertiente sur mediterránea, de los que les hablaré la semana próxima.

    Les puedo asegurar que cuando llegué por vez primera a Kuwait y Dubai a principios de los años setenta, nunca pude soñar que en apenas tres décadas iban a tener la evolución que tuvieron y que yo podía contrastar cada seis meses cuando volvía a visitar aquellas zonas.

    Exactamente lo mismo, pero a ritmo mas lento, les podría decir de Bahrein dejando al margen Qatar cuya evolución ha sido la última y la mas rápida al disponer de mayor riqueza petrolífera.

    Omán con mayores recursos naturales no energéticos, ha tenido una evolución más pausada y menos impactante.

    Y Arabia Saudita es algo especial, al ser la mas poblada la más extensa y la de mayor cantidad de gas y petróleo, ha ejercido el papel de “hermano mayor” entre los países de la GCC (CONSEJO DE COOPERATION DEL GOLFO), que les reúne a todos ellos y defiende sus intereses comunes ante el mundo.

    Curiosamente en los 45 años que yo he conocido esa zona, apenas ha habido un problema serio de carácter bélico (la invasión de Kuwait por el Irak de Saddam Hussein que viví de muy cerca y día a día por sus repercusiones económicas para las empresas que yo representaba) y una escaramuza seudo-democrática en Bahrein años después, fruto de las exigencias de una mayoría de población chiita, frente a un Gobierno sunita como todos los demás del GCC.

    En todos estos países siguen gobernando las mismas familias como monarquías constitucionales, que pasan de padres a hijos, a veces con problemas entre la familia, pero que ellos mismos resuelven pacíficamente dentro de las mismas.

    La invasión de Kuwait, ante la evidente inferioridad bélica de los países del Consejo de Cooperación del Golfo frente al ejercito iraquí la zanjó de un plumazo el ejercito americano en apenas unos días y después de meses de negociaciones sin resultados.

    Se podrían escribir muchos libros sobre las razones e inspiradores de dicha invasión y de sus efectos secundarios, pero lo cierto es que sólo sirvió para restablecer en el poder al Emir de Kuwait y debilitar el poder y control que había ejercido Saddam Hussein en Irak sobre los chiitas del sur, los sunitas del norte, los kurdos del Kurdistán iraquí e incluso los cristianos esparcidos en pequeñas dosis por todo el país.

    El problema en vez de solucionarse quedó aplazado unos años, para acabar explotando de nuevo con la invasión de Irak que se podría considerar como el primer experimento para tratar de democratizar los países árabes, sin la menor tradición en esos menesteres.

    La escaramuza de Bahrein, se apagó con la misma virulencia que había explotado y fue un sueño democrático en apenas unas noches de violencia callejera.

    Siguió gobernando la misma familia sunita y se apagaron todas las voces discordantes.

    Estudiando todo lo expuesto, parece evidente que la riqueza y la DEMOCRACIA, no pueden compatibilizar fácilmente en una sociedad que nada en la abundancia y donde a sus nativos no les falta de nada, ya que sus gobernantes se encargan de facilitarles los medios para vivir dignamente con los medios estatales de los que se dispone.

    Por cierto, no se puede decir lo mismo de la mano de obra de los expatriados que han llevado a cabo la construcción de todos esos países, pero tampoco ellos se quejan ya que ni en la India, ni en Paquistan, ni en Blangla Desh, ni en Filipinas o en el mismo Egipto que son los países de los que llegan la inmensa mayoría de los inmigrantes, podrían tener mejores condiciones de vida de las que disfrutan en el entorno en el que trabajan.

    Con esta presentación e introducción quiero referirles que toda esa gente ni conoce ni práctica normalmente el sistema democrático, del que nosotros no podríamos prescindir, y a quienes no han vivido entre ellos estoy convencido de que les resulta algo anacrónico e incomprensible.

    La semana que viene, procuraré analizar los resultados obtenidos en los últimos años, del proceso democratizador de la llamada PRIMAVERA ÁRABE y de las consecuencias que nos están afectando a todos los países europeos en estos momentos.

    No tiene nada que ver con lo sucedido en los países de la GCC por razones evidentes y distintas, pero en esencia por una misma razón:

    PARA VIVIR EN DEMOCRACIA, HAY QUE SENTIRSE DEMOCRATAS, Y ESO NO SE CONSIGUE FACILMENTE, CUANDO SE HAN VIVIDO SIGLOS EN CONDICIONES DISTINTAS.

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    comentarios 8 comentarios
    miguel bataller
    miguel bataller
    12/10/2015 12:10
    A Alberto Benet Bernat

    Efectivamente.....lo sé...lo he conocido...y lo he lamentado. Una injusticia que normalmente nunca castiga ni al violador....ni al quien le encubre.

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