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Por Vicent Albaro
Camins de l´Alcora - RSS

San Pascual Baylón y el venerable Bertrán

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    San Pascual Baylón  y  el venerable Bertrán- (foto 1)
    San Pascual Baylón  y  el venerable Bertrán- (foto 2)

    Vila real y l’Alcora son dos poblaciones que a través del tiempo, han mantenido una relación estrecha de afinidad y simpatía. La mayoría de las veces no es un producto casual, sino una sintonía que ha entonado la buena gente y que al fin subyace en el inconsciente natural de los pueblos. Hace escasas semanas, Mn. Javier Aparici, el cura de Alcora, ha sido destinado a Vilareal, mientras un sacerdote de Adzaneta, Mn. Pepe Aparici, es destinado a Alcora. Es una coincidencia casual o una señal de que algo grande nos aguarda.

    Dos personajes históricos de ambas poblaciones coincidieron en una memorable época, el siglo XVI y eran: San Pascual Baylón y el Venerable Juan Bta. Bertrán. El primero, humilde fraile franciscano elevado a los altares, y el segundo cura de la villa alcorina, tenido por santo.

    ¿Qué unió a estos hombres buenos para que muchos autores, investiguen la relación amistosa entre ambos; y su gran amor casi diría pasión, por su entrega a los demás en el seno de la iglesia?.

    Veamos curiosos paralelismos entre ambos personajes, queridos y venerados en sus respectivas poblaciones. Los dos son franciscanos, el Venerable al poco tiempo de ser consagrado sacerdote, abrazó la Tercera Orden de San Francisco, también llamados Terciarios y ciñó el cordón distintivo hasta su muerte. Sus biógrafos cuentan que lo llevaba interno, pegado a la carne y que jamás se lo quitó, quedándosele metido entre las carnes.

    San Pascual, franciscano de la orden de Alcántara, también llamados Alcantarinos. Ambos defensores del sentido radical de la vida cristiana que inspiró al santo de Asís y cuya práctica, impregnó sus vidas llegando al honor de los altares en el caso de San Pascual y en cuanto al Venerable Bertrán, gozando del recuerdo querido y emocionado de sus parroquianos, como así lo han venido demostrando en la conmemoración de los importantes actos que con motivo del Cuatrocientos aniversario de su muerte, (1.601 – 2001), tanto l’Alcora como Adzeneta (su villa natal), han venido celebrando.

    Otra coincidencia más entre los dos personajes que nos ocupan, era su amor por la Eucaristía. San Pascual se quedaba extasiado y de rodillas ante el Santísimo, y así se le representa en su iconografía más genérica. Mientras Juan Bertrán, pasaba largas horas de oración y contemplación ante el Sagrario, de tal manera que cuentan enlazaba las horas de vela con la misa matutina, pasando las noches extasiado en la capilla de la comunión.

    Los dos ayunaban. Se olvidaban de comer por propia voluntad, y no el ayuno impuesto por la Iglesia, sino uno más rígido elegido por ellos mismos. En el refectorio del convento alcantarino, hay un panel representando a San Pascual que dice: “ En este sitio Pascual, regla de templanza dio pues solo se alimentó con el manjar celestial, en su vida mortal de su cuerpo se olvidaba y tanto a su Dios amaba…”

    En su casa rectoral de l’Alcora, el Venerable Bertrán asistía a cuantos le solicitaban comida, quedándose muchas veces sin comer la propia, pues hasta el mismo plato ofrecía a los más necesitados. En su inquietud por ayudar a la gente, creó la cofradía del Rosario, exhortando a que las familias lo recen juntas, la del Santísimo Sacramento y Dulce Nombre de Jesús. Esta última se regía por un sistema de mutualidad, de ayudas tanto materiales como espirituales entre sus miembros, al estilo de los primeros cristianos, promoviendo el culto a la Santísima Virgen.

    San Pascual es patrono universal del Santísimo Sacramento, y al igual devoto de la Virgen María, creando tierra fértil para el nacimiento posterior de muchas congregaciones.

    Ambos son amantes del Vía Crucis, propagado por los franciscanos, el Venerable se desplazaba al Calvario de Onda, (en ese tiempo en Alcora no lo había) junto al convento franciscano. En esos viajes también visitaba a los carmelitas y las clarisas. “…Juan Bta. Bertrán ejerció su apostolado, en favor de los moriscos de las riberas del Mijares; y así, frecuentemente empuñaba su bastón de peregrino y se dirigía a las alquerías del Sichar, enseñando el catecismo y llegando por el oeste hasta Ribesalbes….en Onda se le recibía con especial complacencia… había en Onda tres monasterios: de religiosas Clarisas, cerca de las murallas, junto al cementerio y hospital de San Miguel. El convento de Carmelitas calzados en la parte occidental, y el de Franciscanos se levantaba al mediodía en una pequeña colina…”

    Los dos personajes coinciden en la pobreza y la austeridad. Pascual acata las tareas más humildes del convento; y el Santo Cura, renuncia a sí mismo y lo entrega todo al prójimo. Pascual da el pan escondido en la manga del hábito a los menesterosos, y Bertrán reparte su olla a los pobres y transeúntes. Y al final de su vida el Venerable recibe el don de Dios de los “Estigmas de la Pasión”, como el mismo San Francisco, es decir las llagas en pies y manos y la lanzada en el costado. Los estigmas de los clavos Cristo y la lanzada, estigmatizaron a San Francisco de Asís y al Cura de Alcora, mayor y más puro franciscanismo, imposible.

    “…se encontraron el venerable cura de Alcora, Juan Bta. Bertrán y San Pascual Baylón en Valencia, en el palacio episcopal del santo arzobispo Juan de Ribera, quien quería tratar con fray Pascual, cuya fama de santidad llegó a sus oídos…y he aquí que estaba también con él Juan Bta. Bertrán…tras despedirse, dijo el venerable Bertrán dirigiéndose al fraile ausente:

    - Este fraile es un Santo, y apenas morirá será elevado a los altares. Bastante le costará a Su Señoría, señor arzobispo, que le canonicen. En cuanto a mí, pobre sacerdote,…Dios sabe…

    Y comentando ambos entre risas estas ocurrencias, Bertrán se excusó de su parlamento.

    En Valencia se guarda el breviario del Venerable Bertrán como estimada reliquia, solicitado por San Juan de Ribera y en la basílica de San Pascual, en el museo se conserva el Cáliz, de Juan Bta. Bertrán.

    La profecía del Venerable se cumplió; hace siglos fue canonizado San Pascual, y también San Juan de Ribera más recientemente. Y referente al Santo Cura de Alcora, no ha pasado de Venerable, si bien goza del cariño y del recuerdo de buena parte de su pueblo. Pero esto que es mucho, no es suficiente; la tibieza de los alcorinos en general, y la dejadez y complejos de quienes con autoridad y conocimiento de causa, desde dentro de la misma iglesia, no han retomado la causa de este hombre excepcional; tan grande como sencillo, que supo impregnar a nuestra población de las virtudes y del ejemplo de su vida, entregada por completo a sus semejantes hasta el final de sus días. ¿Volverá la luz entre tanta tiniebla?

     

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