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Por Julio Terrén
Arte en la estética - RSS

La cirugía estética y el arte

    Hace años que visito los más importantes museos del mundo, y desde siempre las pinturas y esculturas de desnudos han ejercido sobre mí una gran fascinación. Mi perspectiva ahora es diferente cuando contemplo las obras de arte y, sobre todo, analizo con detalle los aspectos de la belleza y de lo menos bello. Me pongo en el contexto de la época en que fueron creadas esas obras de arte y, tras unos momentos, comienzo a desmenuzar los elementos anatómicos como tales y a integrarlos en el mundo actual. ¿Cómo se vería un cuerpo femenino del siglo XVI en nuestra época?

    Es una curiosidad que la gran mayoría de las pinturas de desnudo sean femeninas, estando el desnudo masculino representado principalmente en la escultura. Aun así el desnudo masculino ha permanecido prácticamente invariable a lo largo de los siglos: hombres musculosos, de proporciones casi perfectas; es casi imposible determinar qué cambios estéticos haría en esas caras o cuerpos que sirven de modelo todavía en la actualidad para la mayoría de los hombres.

    Veamos el desnudo masculino por excelencia en el arte: el David de Miguel Ángel. Esa impresionante obra maestra del Renacimiento en mármol de Carrara que se encuentra en la Galería de la Academia florentina es un hombre del siglo XVI de una belleza imponente, viril, con un visible desarrollo muscular, y unas formas faciales que muchos hombres desean: su mentón prominente, su nariz recta, de frente firme. Pero, sin embargo, yo puedo apreciar un defecto en sus orejas. Un desarrollo excesivo de la concha del pabellón auricular que posiblemente confiriera al modelo unas estupendas orejas "en soplillo". No cabe duda que en la actualidad muchos hombres me pedirían corregir esa particularidad, tantos como los que demandarían esa nariz perfecta o un mentón generoso.

    Es sin embargo el desnudo femenino el que más ha variado a lo largo de las épocas y el que más cambios en el modelo estético ha sufrido. Contemplando esas obras de arte es fácil apreciar las diferencias con el modelo actual de belleza femenina y determinar cuáles son los cambios estéticos que un cirujano plástico realizaría a sus pacientes.

    Los más bellos desnudos femeninos de la historia del arte se encuentran en cinco cuadros. La Venus de Urbino, de Ticiano (Galería Uffizi de Florencia, siglo XVI), alejada del idealismo renacentista, una bella cara aunque con un mentón retraído, unos bonitos ojos, nariz recta, senos pequeños y un abdomen adiposo. Una buena candidata a un aumento mamario y a un implante de mentón para dar mayor armonía a su cuerpo y emular a la mujer del siglo XXI.

    La Venus del espejo, de Velázquez (National Gallery de Londres, siglo XVII), el más bello desnudo de la pintura española que da la espalda al espectador, representando a la mujer. Es para mí la mujer más cercana a la actual: piernas largas y estilizadas, caderas estrechas, nalgas no demasiado redondeadas, cintura fina, espalda y cuello armónicos. Poco que añadir a esta belleza del Barroco español.

    En contraste las Tres Gracias, de Rubens (Museo del Prado, siglo XVII), tres “hermosas” mujeres del Barroco flamenco; es difícil adaptarlas al gusto actual. Con piernas y brazos musculosos, con exceso de grasa, nalgas excesivas, abdomen y pubis prominentes y pechos pequeños. Una liposucción, un aumento mamario, pauta de adelgazamiento y alguna cirugía de estiramiento cérvico-facial mejorarían su apariencia. Sin embargo simbolizan la belleza física y la sensualidad, con una imagen de liberalidad y opulencia.

    La Maja desnuda, de Goya (finales siglo XVIII, Museo del Prado). También esta belleza del neoclasicismo posee unos pechos pequeños y separados, una raíz nasal prominete y una desproporción entre el torso y el abdomen. Es la primera obra conocida que muestra el vello púbico femenino.

    Olympia, de Manet (siglo XIX, Museo de Orsay, París). Esta mujer del Impresionismo de cara redonda y aplanada en los pómulos, mejoraría con una liposucción de cara y un aumento en sus pómulos, aunque tiene unas mamas proporcionadas, abdomen levemente adiposo, con sus muslos y piernas proporcionados. Fue pintada como una parodia de la mujer diosa e inspirada en la Venus renacentista de Urbino.

    No obstante lo antedicho, no seré yo quien ponga un “pero” a estas cinco maravillosas obras de la historia del arte, con las que espero que disfruten tanto como lo he hecho yo.

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