Godella sinfónica
El concierto arrancó con la sinfonía nº4 en Re menor de Robert Schumann. El escenario se impregnó del romanticismo del autor alemán con los excelentes solos del oboe Ferran Vilella o la violín Laia Pujolassos y las destacadas intervenciones de David Churcher y Andreu Climent. De la pasión se pasó al drama y del drama a la tragedia en los cinco movimientos de la segunda versión de esta obra.
La segunda parte del concierto sirvió para iniciar el ciclo del austriaco Josef Antón Bruckner, con una obra wagneriana, la sinfonía nº3 en Re menor. Considerado en los países germánicos uno de los compositores más grandes de la historia, Bruckner fue revisado en el Capitolio bajo la batuta rigurosa de Mora (también director de la Bruckner Akademie Orchester de Munic) y llevado por sus cuatro movimientos hasta un ‘allegro’ final pletórico. Cerca de una hora y media en la que el solista Rafael Fernández sobresalió con el clarinete y en la que, el metal con los locales Joan Pere Teruel y Vicente Caballer, a la trompa y al trombón respectivamente, aportaron contundencia a las cuerdas que dirigió con precisión y emoción la violín principal, Pilar Mor.