Una escuela de fútbol diferente

Lejos de los grandes presupuestos y aspiraciones de las escuelas de fútbol millonarias y canteras de equipos con mayor renombre, la Escuela Municipal de Fútbol de Godella ha consolidado un proyecto en el que la función social y los resultados deportivos han encontrado una especial armonía. La pasada temporada, el primer equipo cadete consiguió el ascenso a la Segunda Regional y el próximo año, si no hay sorpresas, también el segundo equipo compartirá categoría. La lista de espera de niños interesados en ingresar en la Escuela aumenta día a día. “El prestigio de la escuela por su funcionamiento, sus entrenadores y los servicios que ofrece, nos han traído hasta un punto en el que no podemos crecer más porque ya no hay más instalaciones pero la gente no deja de venir a solicitar plaza”, comenta Joaquín Tarín, director de la Escuela Municipal. “Una de nuestras prioridades es la formación integral de nuestros jóvenes –afirma el alcalde de Godella, Salvador Soler-, una educación saludable, en la que el deporte juega una baza fundamental al fomentar valores como el compromiso, el sacrificio, el compañerismo,… y, si además, el esfuerzo de los chavales, y el trabajo del extraordinario equipo de técnicos, se ve recompensado con unos resultados tan buenos, el éxito es doble”. “La fórmula: mucho trabajo, seriedad e imaginación para cubrir las diferencias presupuestarias con otras escuelas”, explica Ximo Tarín, hijo de Joaquín y director técnico. El pasado año, por ejemplo se realizó un álbum de cromos con los 290 niños de la escuela, los 17 equipos que la componen, se reciben informes periódicos y pormenorizados de lesiones elaborados por fisioterapeutas, se ofrecen estadísticas semanalmente de cada lance del juego, de cada incidencia… El resultado es que la temporada pasada alcanzó el 6º lugar en la clasifiación de escuelas de fútbol de valencia, que los responsables de los mejores torneos para categorías base los invitan a participar, como es el caso del Valencia CF, organizador del torneo Unicef o el de Coca-Cola, de ámibito nacional. La otra consecuencia, la que han de sufrir todas las escuelas humildes, es que tras formar a jóvenes talentos, los grandes, se los llevan. “Sabemos que es un mal menor que tenemos que aceptar; es bueno para los chavales porque entran en otro ritmo y nivel competitivo y organizativo y a la larga, también para nosotros porque nos da mayor prestigio”, reconoce Ximo Tarín.