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Dolores Gil: «Liberarnos de cómo nos preocupa nuestra imagen contribuiría a una verdadera liberación de la mujer»

  • La psicóloga advierte en un curso de verano de la UJI sobre la presión que se ejerce en las mujeres para alcanzar un ideal que va en contra de su fisiología

Si bien el feminismo ha sido y es una revolución necesaria, para la psicóloga M. Dolores Gil la verdadera revolución de la mujer pasa también por «liberarnos de cómo nos preocupa nuestra imagen». La profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Valencia ha alertado en el curso de verano «Humanización en la asistencia a la mujer y la primera infancia» de la Universitat Jaume I de la importancia del problema que supone la presión sobre la imagen corporal, especialmente en las mujeres.

«No tenemos percepción de la gravedad del tema», ha asegurado, señalando que muchas veces «no se considera un problema, se ve normal que una niña de 9 años esté preocupada por su imagen cuando en realidad tiene un Índice de Masa Corporal saludable y está en un proceso de crecimiento». El ideal de belleza, el contexto de cada persona y los agentes de socialización son los tres aspectos que influyen en la percepción que cada persona tiene de su cuerpo, ha explicado Gil, señalando que el ideal de belleza occidental que actualmente impone la sociedad a las mujeres, basado en una imagen delgada y frágil, supone «un descontento normativo de las mujeres con su cuerpo ya que impone un patrón cultural que va en contra de su fisiología», ha lamentado. En el caso de los hombres, el patrón de cuerpo fuerte y musculoso puede resultar más acorde con su fisiología aunque genera también importantes problemas. En este sentido, ha señalado que por el momento la incidencia de problemas derivados de una imagen corporal negativa es mucho menor entre hombres que entre las mujeres.

El contexto social tampoco ayuda a reducir la presión que sufren las mujeres. El ritmo de vida, los hábitos de alimentación o el ocio pasivo no contribuyen a alcanzar ese modelo supuestamente ideal, ha señalado Gil. Respecto a los agentes de socialización ha destacado la importancia de la familia en la infancia a la hora de transmitir aspectos como el patrón de belleza, la aceptación de la imagen corporal o los hábitos de alimentación y de vida saludables. La psicóloga ha hecho referencia a una investigación en la que trabajaron con niñas entre 9 y 12 años y sus madres en la que se puso de manifiesto que «un 44% de las niñas se percibían con más peso de lo normal a pesar de tener un Índice de Masa Corporal normal, lo que supone una cifra muy preocupante». El estudio reveló asimismo como las percepciones negativas de las madres se transmitían a las hijas. Dentro de los agentes de socialización ha resaltado asimismo la importancia de los amigos en la adolescencia, pero previamente hay que tener claro que «hacia los 9 años el ideal de belleza ya está formado y ya existe la percepción de distancia entre lo que soy y lo que me gustaría ser».

La imagen corporal «es un constructo que hacemos de cómo nos percibimos, qué pensamientos genera esta representación que hacemos de nosotros mismos y cómo nos comportamos a partir de esta representación», ha explicado la psicóloga. «Una imagen corporal negativa es aquella en la que se valora de forma inadecuada el cuerpo, se piensa que lo físico es lo más valioso y se intenta cambiar de forma que condiciona nuestra vida», ha señalado, indicando que una imagen corporal negativa puede derivar en una predisposición a trastornos alimentarios y en trastorno dismórficos que generan baja autoestima, ansiedad social y problemas de relación sexual y de comportamiento.

Ante esta situación, Dolores Gil ha defendido la necesidad de contribuir a avanzar hacia un mundo «en el que las mujeres  pudieran tener una percepción realista de su cuerpo, comprendiendo que no existe el cuerpo ideal y liberándose de la imposición de las modas; aceptaran que la imagen corporal no tiene nada que ver con lo que soy y con la valía de las personas; y dedicaran tiempo y esfuerzo a mejorar las cualidades importantes de la persona y no su apariencia.  «Pensemos en todo el tiempo que seríamos capaces de ganar si dejáramos de darle tanta importancia de la imagen física. Al fin y al cabo, es la imagen que damos en un primer momento, hasta que empezamos a hablar, a partir de ese momento lo que va a servir es lo que hay dentro». Para Dolores Gil avanzar hacia este mundo «sería contribuir a la verdadera liberación de la mujer».

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