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La firmeza de Ferrera y el valor y el temple de Bolívar ponen el broche final a la feria de la Magdalena

La firmeza de Ferrera y el valor y el temple de Bolívar ponen el broche final a la feria de la Magdalena
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    Magdalena 2008 - Corrida Toros, Antonio Ferrera, Luis Bolívar y López Chaves
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    Concluyó la feria de la Magdalena con el triunfo del diestro Antonio Ferrera, que salió por la puerta grande después de cortar una oreja a cada toro de Victorino Martín. Su disposición y entrega fue, sin lugar a dudas, lo más destacado en sus dos actuaciones. Pero el número de orejas cortadas no deben llegar a engaños, una vez que las dos faenas más macizas, más rotundas, se quedaron sin premio. Las dos fueron realizadas por el colombiano Luis Bolívar que en Castellón ha refrendado el buen momento en el que se encuentra después de una más que exitosa temporada americana.

    Con César Rincón ya retirado de los ruedos, Bolívar se ha convertido en la gran esperanza del toreo colombiano. Y hay motivos para ello. El de Bogotá ha ido mejorando año tras año y su progreso es cada vez más evidente. Buena noticia. A sus manos fueron a caer dos complicados toros de su antiguo apoderado Victorino Martín, que lidió una corrida desigual de hechuras y de comportamiento. Y a los dos los toreó muy de verdad, con mucha disposición, con mucha entrega, con valor y temple.

    Bolívar, por tanto, bailó con la más fea. A su primero lo recibió de una larga cambiada de rodillas. Ya desde los primeros momentos “Tremendo” se quedaba corto, colándose incluso en el capote. Toro al que había que someter por bajo desde el comienzo. Y eso es lo que hizo Bolívar, que nada más echarse la muleta a la mano izquierda sufrió una fea voltereta, afortunadamente sin consecuencias.

    No se amilanó el torero, que a partir de ese momento comenzó a firmar los mejores naturales, llevando al complicado Victorino muy enganchado y embebido en la muleta. Tragando quina. Jugándosela de verdad. Aguantando y toreando con pureza, sin aburrirse en ningún momento. Pero falló con los aceros y todo quedó en una más que merecida ovación.

    La espada y la intransigencia presidencial también le jugó una mala pasada en el sexto. Un Victorino al que volvió a recibir de rodillas y que empezó a hacer cosas feas nada más salir de los chiqueros, punteando los engaños. La faena volvió a ser todo verdad. Se la volvió a jugar, tapando en más de una ocasión los defectos del toro, en una faena que comenzó citando al Victorino desde los medios y sacando más que estimables muletazos por ambos pitones. Los mejores, al natural, donde el toro se quedaba parado y tenía que ir robándole pases uno tras otro. Un bajonazo estropeó todo, a pesar de que hubo fuerte petición de oreja. Pero el presidente decidió no concedérsela, a pesar de que en esta feria se han entregado trofeos menos merecidos. Dio una vuelta al ruedo.

    Al igual que Bolívar, también derrochó buena actitud y firmeza Antonio Ferrera. A su primero, que decidió dejarlo crudo en varas, le realizó un bullidor tercio de banderillas en el que destacó el tercer par por los adentros. El Victorino llegó a la muleta con mucha movilidad, pero sin terminar de humillar, embistiendo sin clase. Ferrera puso todo de su parte. A quien da todo lo que tiene, no hay que exigirle más. Y aunque el toro no era para disfrutar, el torero extremeño consiguió sacar buenos naturales. Cortó una oreja tras una estocada en la que el toro rodó sin puntilla.

    El cuarto fue todo un regalito. Un toro complicado, tobillero, exigente. Una vez más, Ferrera dio todo de sí mismo. Mucha firmeza. Tanto en banderillas, cuyo tercio culminó con un arriesgado par al quiebro cerca de tablas, como con la muleta. Faena de mucho mérito y entrega que le valió otro trofeo que le abría la puerta grande.

    La última de la Magdalena supuso la primera corrida de esta temporada para López Chaves. A sus manos cayeron los dos toros más manejables de la corrida. Con ninguno de los dos se acopló. Su primero tenía recorrido y embestía humillado…aunque había que tragar y apostar por él. Pero el salmantino no se lo terminó de creer. Lo mismo le pasó con el quinto, un toro algo más deslucido al que realizó un trasteo ligero.

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