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Visca el Pare Sant Antoni. Ecos de Burriana…

Visca el Pare Sant Antoni. Ecos de Burriana…
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    Visca el Pare Sant Antoni. Ecos de Burriana… - (foto 2)

    Erase un perro chico… No se trata de un perro chico de cobre, sino de carne y hueso; un can pequeñito que poseía un buen amigo del Glosador. Era un perrito inteligente y cariñoso, con tal apego a su dueño y familia, que, a pesar de sus escasas fuerzas, no hubiera vacilado en acometer a un tigre, si posible fuese que uno de esos bichos andase suelto por ahí. Nos referimos, desde luego, a un tigre bestia, no a un tigre humano, porque de esos tenemos bastante repleto nuestro país…

    El perro en cuestión era un dulce animalito, tan manso y bonachón que, a ser hombre, seguramente hubiera podido ingresar en un Convento de Misioneros Franciscanos. Dormía al sol, tumbado en el umbral de la puerta del patio; sacudíase las moscas con cierta parsimonia, como si evitara el matarlas; lamía cariñosamente las manos puercas de todos los arrapiezos sucios del barrio y velaba celosamente los pasos de sus amitas, dos simpáticas mocitas, hijas del dueño. Ese buen perro era digno de ser un buen hombre…

    Una mañana, como de costumbre, salió a dar una vuelta por la manzana; cuestión de esperar la llegada de la hora en que su dueño solía sentarse en el patio a fumar un pitillo. Aquel día tardó mucho en regresar. Venía tambaleándose y deteniéndose a cada paso como si no pudiese con su cuerpo. Entró en el patio y a duras penas pudo llegar a un rincón, en donde cayó como rendido de fatiga. Sus ojillos claros, dulzones, de nene enfermizo, tenían un algo misterioso que los hacía aún más dulces, y con el hocico entre las patas, parecía un ser desgraciado llorando alguna pena muy honda. El dueño, acostumbrado a la cotidiana caricia de su perro, viéndole tan alicaído, se fijó en él, y notó que entre las patitas del can, asomaba un cordelito. Creyó en un bromazo de alguno de esos inocentes zulús que pululan por las calles, porque maldita la falta que les hacen las escuelas, quién habría atado el bramante al rabo del animalucho. Levantóse, registró el perro, y… el Glosador ignora que léxico usó el buen amigo, pero lo supone. Al pobre perro le habían atado un hilo en las partes genitales, con tanta fuerza, con tanta refinada perversidad, que aquel órgano era, con la inflamación y la parálisis de la sangre, un miembro sangriento… Milagro fue que el can llegase hasta su casa. No hay, seguramente, en toda la tierra, hombre que pueda resistir tan bárbaro suplicio. Baste decir que se trajeron unas tijeras y costó más de un cuarto de hora poder librar el perro de aquellas esposas sui generis, porque era imposible poder hacer entrar la hoja puntiaguda del instrumento entre la carne y las ligaduras.

    - No sé si lo salvaremos – decíale el dueño al Glosador –, porque aquello es una pura llaga…

    * * *

    Reflexionamos un poco y nos decimos: ¿Será posible que un hombre, un ser humano, con alma, con corazón, con conciencia, con un espíritu que es racional, es decir, que piensa y siente y sabe lo que se hace, haya podido cometer tal iniquidad con un pobre perro que nada le había hecho, con un animalito que, sin duda alguna, acababa de lamerle cariñosamente las manos?...

    Sabemos que el hombre es ingrato. Lo han dicho poetas y prosistas, oradores, literatos y filósofos; pero tras la pantalla ingratitud quieren ocultar la palabra crueldad. Somos crueles, y lo somos con los débiles porque somos cobardes.

    Aquel cafre que cometió esa iniquidad con un perrito bonachón, hubiera pasado temblando por el lado de un mastín que le enseñara los colmillos. David, atreviéndose con Goliath, es cosa de mito. Aquí, somos una serie de Goliath atreviéndonos con David, porque además de la fuerza que poseemos, tenemos la seguridad de que no lleva honda ni piedra con que descalabrarnos.

    Somos crueles sin necesidad de serlo, por el placer de serlo, para satisfacer nuestro instinto de bestia vestida a la moda. Se comprende que el antropófago mate, ase y se coma a sus víctimas humanas, porque es aún el hombre primitivo que vive en el bosque; es un troglodita cuyos maestros son las fieras devorando su presa y, como un buen discípulo, sigue las lecciones de la escuela-selva. Lo que no comprendemos es que un hombre que quiera llamarse civilizado, atormente sin provecho alguno a un indefenso y manso animalito. Influye en ello, un poco nuestra sangre meridional, pero un mucho nuestra ineducación. Las escuelas, ya lo hemos dicho, para nada nos hacen falta y, en último caso, con ir allí para aprender a poner nuestro garabato al pié de una carta y calcular cuántos suman dos y dos, creemos que nuestra educación ya está hecha y que somos todo unos hombres. Desgraciadamente, continuamos siendo tan cafres como antes, porque no hemos desbastado y pulido nuestro espíritu.

    Y así, al salir de la escuela los pequeños verdugos se complacen en apedrear los gorriones, en maltratar a un gato o hacer cimbrear, hasta que se rompe, un tierno arbolito. Y así los animales domésticos van siempre asustados y los pajaritos temen más a un niño que a un buitre. Y así, es cosa desconocida en España esas escenas de Hyde Park, en Londres; de la explanada del Louvre, en París; de la Plazza de San Marco, en Venecia; en donde gorriones y palomas pululan entre los pies de los visitantes que les echan trigo.

    Allí les dan de comer, aquí queremos comérnoslos. No ha tanto tiempo se siguió en Madrid una campaña contra la caza de esos pajaritos, que luego aparecen fritos en los escaparates de la villa del oso.

    A nuestros niños les enseñamos a ser crueles y cobardes con el espectáculo de los toros, fiesta de color, de animación, de poesía, si se quiere, pero espectáculo de sangre y crueldad en el fondo. Allí aprenden a ser insensibles ante el dolor del toro herido que en vano quiere defenderse, ante la agonía del caballo despanzurrado que intenta huir con las entrañas bamboleándole bajo el vientre abierto, ante el torero perforado por el cuerno a quien se llevan entre la indiferencia del público interesado en lo que va a seguir…

    Un tanto de culpa pasaríamos a los maestros, que por razones que no son del caso, se limitan a que el discípulo sepa leer, escribir y cuentas, y luego creen que ahí terminó su misión. La moderna Pedagogía sigue otras reglas, va por otros senderos más espirituales, y aún cuando así no fuese, es obligación innata el educar el alma tanto o más que el cerebro.

    ¡Tal vez el indio bravo que martirizó el perrito aquél, sabía extraer una raíz cuadrada o resolvía un binomio; pero no sabría, de seguro, extraer de su alma, un átomo de piedad ni de reflexión ¡Debió reírse como un idiota pensando en la sorpresa que le regalaba al dueño de la víctima!

    Todas nuestras protestas son pocas para tales actos, y no precisamente por este caso, sino porque ello no lleva trazas de enmienda. Todos los días lo estamos viendo con los carreteros apalizando brutalmente las bestias de carga, porque no pueden con la que les han echado; con los murciélagos sufriendo el martirio de San Lorenzo, para que digan supuestas blasfemias; con los pájaros, cegados por medio de una aguja puesta al rojo blanco, para que, sin luz, canten mejor; con los gatos y perros apedreados…

    * * *

    Dice el Korán: Ojo por ojo, diente por diente…
    La pena del Talión expresa lo mismo…
    ¿Qué harían musulmanes y clásicos con el civilizado ser humano que ha hecho escribir una desagradable glosa?…

    EL GLOSADOR

    Poeta Calzada
    José Calzada Carbó
    (Burriana, octubre de 1916)

    Aquel cafre que cometió aquella iniquidad, a buen seguro que, veinte años más tarde, batallaba en una guerra cruenta que aún recordamos…

    comentarios 5 comentarios
    acidito limonetti
    acidito limonetti
    19/01/2009 03:01
    axo no pot ser

    La culpa es de los inmigrantes!!!!! y de Zapatero !!!!! de que los perros dejen sus boñigas en las aceras !!!!! y de que los guarros de sus amos no las recojan !!!!! zapatero dimisio y los inmigrantes al paredon !!!!ahhhhh y de la sequia tambien son culpable los inmograntes , y de que el otro dia pidiera un mixto en el bar y me lo dieran con poco queso !!!! que falta de profecionalidad seguro que era inmigrante quie lo hiso . yo me acuerdo de aquellos tiempos en que me iba de copas y almuerzos con Arias Cañete y nos servian los buenos camareros de la tierra y no como los de ahora que no saben lo que es un mixto de los que es un sawich de jamon y queso . zapatero dimision !JUA JUA JUA

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