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Los vecinos de El Pla están hartos del ruido y los excrementos de los estorninos que habitan en el ficus

Los vecinos de El Pla están hartos del ruido y los excrementos de los estorninos que habitan en el ficus
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    Los vecinos de El Pla están hartos del ruido y los excrementos de los estorninos que habitan en el ficus - (foto 2)
    Los vecinos de El Pla están hartos del ruido y los excrementos de los estorninos que habitan en el ficus - (foto 3)
    Los vecinos de El Pla están hartos del ruido y los excrementos de los estorninos que habitan en el ficus - (foto 4)
    Los vecinos de El Pla están hartos de los estorninos que emplean como dormidero el ficus que existe en el centro de la plaza. Hace aproximadamente diez años ya se dirigieron al entonces concejal de Vía Pública y Medio Ambiente, Juan José Silvestre, para que pusiera una solución. Como consecuencia de aquellos contactos se intensificaron las podas, pero continúan siendo miles los pájaros que cada noche duermen y defecan en El Pla. El vecindario albergaba la esperanza de que el ficus desapareciera con la anunciada remodelación de El Pla, pero ante las noticias de que el proyecto va a retrasarse, tienen la voluntad de solicitar formalmente al Ayuntamiento que tome medidas.

    Tal y como explicaban, a partir de la hora de llegada de los estorninos, entorno a las cuatro de la tarde, no se puede tener ropa tendida en los tejados, ya que te expones a que resulte manchada de excrementos. También hay una presencia masiva de huesos de aceituna, alimento preferido de estas aves durante los meses invernales, como se puede apreciar en el propio tejado del Ayuntamiento. Estos huesos provocan que se taponen sumideros y desagües. En el dormidero de El Pla, donde pueden concentrarse miles de estorninos, de la especie pinto, no se interrumpe el griterío en toda la noche, y pronto, minutos antes del alba, comienzan los bandos a levantar el vuelo y a dispersarse por los campos. En plena noche los estorninos cambian continuamente de posadero, pasando de una rama a otra y revoloteando incesante y ruidosamente.

    El suelo de la vía pública, situado debajo del ficus, es un depósito de guano maloliente, que limpian con cierta frecuencia mediante pistolas de agua a presión cuando despunta el día, labores éstas que también molestan al vecindario por el ruido que generan.

    Cualquiera que resida en Burriana sabe instintivamente que por debajo del ficus no se puede pasar, por lo que la zona queda apartada de cualquier itinerario. Incluso procesiones y desfiles falleros zigzaguean al llegar a este punto, pues no han sido pocas las falleras que han rebañado materia orgánica en la peineta.

    La presencia de los estorninos es regular todos los años desde octubre a marzo. La mayoría proceden del centro de Europa (Suiza, Alemania, Hungría, Austria…) y del oriente del continente (Polonia, Rusia, Bulgaria). Muchos llegan incluso hasta el Atlas y los bordes septentrionales del Sahara donde comen dátiles. En esta zona, durante los meses invernales, los bandos se abaten sobre los olivares del Palancia y el Maestrazgo donde causan numerosos daños. Por espacio de dos meses las aceitunas procuran el principal alimento de estos pájaros. Diariamente se trasladan entre 50 y 100 kilómetros, en línea recta del dormidero, para encontrar las aceitunas, cuyos huesos defecan en el entorno en el que pernoctan, como ocurre en los tejados de Burriana.

    La disyuntiva que se le plantea al Ayuntamiento es eliminar para siempre el ficus, plantado a finales de los años 50, poco antes de que se inaugurará el actual edificio de la Caixa Rural Sant Josep, o ahuyentar a los estorninos de un modo efectivo, cosa que, después de varias décadas, jamás han conseguido.

    La estimación del árbol, más allá de sus cincuenta años, no reviste en si un impedimento para que desaparezca, pues que se trata de una especie tropical, que no alberga ningún valor autóctono; aunque bien es cierto que son varias las generaciones que han crecido driblando su presencia.

    Salvador Chabrera, criador y adiestrador de aves rapaces de Burriana, asegura tener el remedio: pases diarios de aves rapaces a determinadas horas de la tarde. “Es el mismo sistema que estamos aplicando en el campo de fútbol del Villarreal, explica. Se empieza en otoño de manera intensiva, haciendo pases regulares de águilas desde dos o tres tejados, durante los primeros quince días, entre las 4 y las 6 de la tarde. No se emplean halcones porque vuelan demasiado alto. A medida que transcurren los días, los pases van disminuyendo, hasta que sólo es necesario hacerlo un día a la semana”.

    comentarios 20 comentarios
    pues...
    pues...
    11/01/2009 12:01
    quitemos todo

    pues bien quitemos todo lo que nos molesta...yo podria hacer una larga lista...tenemos que aprender a convivir con lo que nos rodea..yo mandaria a cavar al huerto a muchos de los festeros que irrumpen mi descanso...bien sean fallas, fiestas patronales o demàs...vivo en el centro y tambien tengo que soportar otra clase de ruidos..uno acaba por respetar de cierta forma...convivir con todo ello

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