En huelga de hambre por la demora de dos ayudas que concede Generalitat que ascienden a 8.000 euros

Javier Albalat es un joven de Burriana, de 33 años, casado y padre de dos hijos, que en junio de 2011 tomó la decisión de ser el propietario de un negocio de golosinas y bollería que estaba en traspaso.

Tras consultar con su gestor, Albalat explicaba, en declaraciones a elperiodic.com, que “me comentó que cumplía con los requisitos para poder solicitar la ayuda para emprendedores”.

Asimismo, dado que Javier tiene una discapacidad, también era candidato para optar a otra ayuda, que se sumaría a la anterior.

Tras realizar ambas solicitudes, Albalat recibió en noviembre una notificación de la Generalitat, en la que se le informaba de la aprobación de dichas ayudas valoradas en 8.000 euros.

Tras ese documento, el propietario de este negocio de Burriana, aseveraba que “no he vuelto a tener ninguna noticia de Conselleria”.

Por este motivo, explicaba que mantuvo conversaciones con el alcalde de la ciudad, incluso un breve encuentro, en el que le hizo conocedor de la situación, con la intención de que el primer edil pudiera agilizar los trámites.

Asimismo, contactó con otra edil, a quien además le remitió el documento de la Generalitat en el que se ve reflejada la aprobación de la ayuda. “No se sabe nada desde entonces, pero la situación ya es insostenible”.

Albalat matizaba que ha tomado la decisión de estar en huelga de hambre, “a pesar del sufrimiento que se que estoy causando a mis padres y a mi mujer”, con la única finalizad de proteger el futuro de sus hijos. “Mi futuro lo han destrozado, pero no consentiré que lo hagan con mis hijos”, espetaba.

Desde el lunes comenzó con este proceso, para llamar la atención de las autoridades políticas, subrayaba, por el que solo se permite ingerir agua, como única forma de sustento. Por el momento asegura sentirse bien y fuerte y declara que no se ha puesto una fecha tope para poner fin a la huelga de hambre. “Mis únicos límites son morales”.

Asimismo, detalla que nadie se ha puesto en contacto con él para ver posibles soluciones pero sabe que cuenta con el apoyo de otros comerciantes que pasan por una situación similar, así como clientes y vecinos.

Javier ha dejado muy claro que no quiere dar pena, únicamente describe que “no quiero verme obligado a cerrar mi negocio porque no veo forma de sacar adelante a mi familia. Solo pido lo que me pertenece por ley”.