La restauración llevada a cabo por la Llum de les Imatges en cinco meses supera cualquier expectativa

Hasta la veleta. Ni en cincuenta años se hubiese hecho el trabajo de restauración realizado en la iglesia de El Salvador en los últimos cinco meses, al ritmo que llevaban las varias fases iniciadas en 1998, con la recuperación de la primitiva cubierta plana del ábside y el paso de ronda que comunicaba las terrazas de las capillas absidiales. A éstas le siguieron las obras de construcción de la nueva sacristía y la restauración de las nervaduras pétreas del ábside gótico.

Sin embargo, con la exposición Espais de Llum se ha dado un paso gigantesco, al resultar posible una restauración integral del templo, considerado el primer ejemplo de gótico valenciano. Tan es así, que no han dejado ni un solo detalle, incluida la veleta, que está siendo restaurada al completo, al igual que el tambor de la cúpula de la capilla de la comunión, con la restauración de toda su arquitectura figurativa, y el esmaltado de las tejas azules dañadas por el paso de los años.

El interior la nave principal está prácticamente terminado, aunque los restauradores siguen rematando dorados y estucos. Los electricistas han empezado a instalar un moderno sistema de iluminación indirecta, después de que se hayan tapado los grandes ojos de buey que había en la parte alta de la nave.

En el ábside gótico se están limpiando las absidiolas con pistola de sílice, logrando un resultado similar a cuando se restauraron las nervaduras en la parte superior a principios de 2003.

Los mayores esfuerzos se están centrando en estos momentos en la capilla de la comunión donde se ha instalado un monumental andamio para poder acceder a todos los relieves, dorados y pinturas, que están siendo restaurados. Es el caso de las cuatro pechinas, obra de pintor José Vergara (1726-1729), que resultan de una calidad extraordinaria, así como los relieves de yeso, de autor anónimo, aunque recuerdan el estilo de su hermano, el escultor valenciano, Ignacio Vergara, creador, entre otras obras, del relieve de la puerta del palacio del marqués de Dos Aguas. Toda esta capilla está atribuida a la familia Vergara, cuyos integrantes intervinieron en la creación de la Academia de Santa Bárbara, que más tarde en 1768 se convertiría en la Academia de San Carlos.

Subir a los andamios y poder observar a escasos metros estas obras, así como la clave barroca, que está siendo minuciosamente restaurada, es sin duda un placer digno de ser aprovechado.

Otra actuación en la que también se está trabajando es en la restauración del ábside exterior; una actuación combinada con la puesta en valor de la torre baluarte de la antigua muralla, situada junto a la entrada de la sacristía, así como la adecuación de todo el patio abadial al que se puede acceder tras el derribo de las antiguas oficinas parroquiales.