El Hijo Predilecto Francisco Olmos firma en el Libro de Honor del Ayuntamiento

El Hijo Predilecto Francisco Olmos Gascó ya ha firmado en el Libro de Honor del Ayuntamiento de Alfafar. Por motivos de salud no pudo acudir al acto de reconocimiento que tuvo lugar hace unos días en el Salón de Plenos, por lo que el alcalde de Alfafar, Emilio Muñoz, decidió acudir personalmente a su domicilio para felicitarlo y que pudiera firmar en este libro.

En su visita, el alcalde de Alfafar estuvo acompañado por José Francisco Catalá, cronista oficial de Alfafar y presidente de la Asociación Cultural Recreativa de Alfafar, que fue el encargado de recoger el reconocimiento. El excelente músico, Francisco Olmos es también presidente de honor de esta asociación.

Junto con Francisco Olmos Gascó, Alfafar otorgó el reconocimiento de hijo predilecto a Manuel Baixauli Andrés, Francisco Burguera Muñoz, y Joan Josep Baixauli Baixauli. Así también, José Martínez Chust fue reconocido como hijo adoptivo. Como no podía ser de otra manera, el hijo predilecto estuvo muy contento con la visita y el poder tener la oportunidad de firmar en el libro.

Francisco Olmos Gascó es un destacado hijo de Alfafar. Aparejador de profesión, ha sido secretario y presidente del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Valencia, colegio al que representó en el Consejo Nacional de Arquitectura. Sin embargo, es su vocación de servicio público lo más relevante para Alfafar. Fue el alcalde de España nombrado más joven en los años 50, destacando su gestión municipal por buscar el consenso y la moderación en una época difícil. Impulsor de las fiestas de calle y patronales, en su gobierno se inauguraron diferentes infraestructuras municipales que serán el germen de la modernización y de un mayor bienestar social.

Cabría destacar su esfuerzo por construir el Grupo Escolar “José Ibáñez Martín”, el Mercado Municipal, la antigua casa del Médico y la primera Biblioteca Municipal. Así mismo, defendió la autonomía municipal frente a Valencia, que pretendía la anexión tras la riada de 1957, lo que hubiera convertido Alfafar en un barrio más de la ciudad. Por otro lado, obtuvo del Ministerio de la Gobernación el título de villa y un escudo municipal propio y diferenciado.